La inteligencia artificial está viviendo una nueva fase marcada por el surgimiento de los llamados microasistentes personales, pequeñas aplicaciones de IA diseñadas para tareas específicas y que ya están revolucionando la forma en que estudiantes, trabajadores independientes y emprendedores organizan su día a día. A diferencia de los grandes modelos generalistas, estos sistemas son más rápidos, consumen menos recursos y pueden funcionar incluso sin conexión permanente a internet.
Durante 2025, empresas tecnológicas emergentes han lanzado microasistentes especializados en rutinas como resumir reuniones, organizar agendas, corregir textos o generar correos con base en el estilo personal del usuario. Uno de sus mayores atractivos es que aprenden únicamente de la información que se guarda en el dispositivo, lo que ha generado confianza entre personas preocupadas por la privacidad de sus datos.
La tendencia ha tomado fuerza en América Latina, donde profesionales creativos y periodistas han adoptado estos asistentes para mejorar tiempos de entrega sin depender completamente de plataformas externas. Según un informe de la Asociación Latinoamericana de Transformación Digital, el uso de microasistentes aumentó un 60 % entre 2024 y 2025, especialmente en Colombia, México y Argentina.
Expertos en tecnología explican que esta nueva generación de herramientas surge como respuesta a la necesidad de tener IA más accesible y menos invasiva. Mientras los grandes modelos requieren conexiones robustas en la nube, los microasistentes pueden operar en dispositivos modestos como teléfonos de gama media, laptops antiguas o tablets escolares. “Es la democratización real de la inteligencia artificial”, aseguran analistas del sector.
Otra característica clave es su capacidad para integrarse con aplicaciones tradicionales. En entornos corporativos, por ejemplo, ya existen microasistentes que analizan hojas de cálculo, revisan documentos legales o preparan presentaciones con datos actualizados. Esto ha permitido que pequeñas empresas mejoren su productividad sin invertir en sistemas costosos o complejas capacitaciones.
Sin embargo, el auge de estos asistentes también ha encendido debates sobre su regulación. Varias organizaciones tecnológicas han advertido que, aunque operan de manera local, algunos modelos pueden ser vulnerables a brechas si no se actualizan con frecuencia. Por eso, gobiernos como los de Chile y España han empezado a diseñar estándares mínimos para garantizar que los datos personales se mantengan protegidos.
A corto plazo, los expertos coinciden en que los microasistentes serán protagonistas del ecosistema tecnológico. Su rapidez, bajo costo y enfoque práctico los posicionan como herramientas indispensables para quienes buscan apoyo sin depender totalmente de plataformas masivas. Todo indica que esta nueva generación de IA no reemplazará a los grandes modelos, pero sí se convertirá en un complemento fundamental para el trabajo y el estudio cotidiano.


