La compleja condición sociopolítica que vive actualmente Colombia, debida al comportamiento polarizado de muchas personas, en el que, algunas toman partido por convicción y otras por obligación o coacción, me hace pensar en otro grupo de temerosas que, tal vez por haber o estar sufriendo consecuencias de la violencia, prefieren permanecer calladas sin tomar bandos, a las que algunos se atreven a señalar como “tibios” o blandos, por no involucrarse directamente en el horno de controversias candentes, y que su actitud yo considero como el título de una película: ” El silencio de los inocentes”.
Son las que piensan como dice una popular canción de Anibal Velásquez: ” yo no digo nada, que lo diga otro”, porque, “ésto te puede pasar a ti, como me puede pasar a mí”.
Pero, qué es lo que podría pasar, que tampoco lo comenta la tropical canción, pero que sí es suceptible en nuestra nación?: ” la retaliación”.
Es que las víctimas vivas del conflicto al parecer no son todas las que aparentemente se han relacionado, porque muchas, testigos de los graves hechos ocasionados, han preferido callar, para al menos su vida salvar, y lo poco que les haya quedado poder asegurar.
El problema es de la justicia terrenal, que a veces se tiene que apoyar en otros delincuentes para algún caso develar, y establecer así sentencias con base en la influencia de otro posible criminal.
En la película “El silencio de los inocentes”, protagonizada por Jodie Foster, la encargada y entrenada por el FBI, justamente acude a un siquiatra representado en Anthony Hopkins, para que le ayude a interpretar la conducta de Búfalo Bill, el temeroso asesino que arranca la piel de sus víctimas después de matarlas. Pero el famoso psiquiatra recomendado, resulta ser también un asesino en serie y además un caníbal, más peligroso que el sicópata buscado.
Alguna vez, un jefe de seguridad física, <q.e.p.d.> de la empresa donde trabajé, me decía que, a veces se hace necesario contar con la colaboración de delincuentes aparentemente “rehabilitados”, para conocer del “modus operandi”, de los que aún se encuentran desatados.
Es posible que, por esa estrategia, entre tantas calamidades, haya nacido el arte de platillar en el seno de algunas autoridades.
Lo anterior me pone a pensar similmente por casualidad, con todo lo que que sucede alrededor de los mal llamados “gestores de paz”, que el gobierno designa en la actualidad, por lo que deja entre dicho la “ética y autoridad moral”.
Pero hay otro tipo de inocentes “aparentes” <por sus comportamientos casi evidentes >, que estrategicamente en el gobierno, como verdaderos camaleones se han logrado posicionar, dizque para asesorar o ayudar agobernar, que son poseedores de verdades en diferentes “pactos de colores”, que al sistema político pueden poner a tambalear, y que como sanguijuelas contribuyen al presupuesto de la nación desangrar.
Lo anterior pone mucho del gobierno a dudar, sobre las cosas que aparenta mejorar, con su preocupante terquedad, en la que pudiera ser peor el remedio, que la enfermedad.
Pero, no en vano es el refrán que dice: ” la justicia tarda pero llega” Es que todo aquel que obra mal, al final le irá mal, y tarde o temprano la respectiva factura, por el daño causado, le ha de llegar.
Puede que en un principio las cosas le salgan como las quiso planear, pero tarde o temprano Dios se encargará de cobrar; pues la justicia divina es algo de la que nadie puede escapar.
Entonces, ante tanta vulnerabilidad y por seguridad, las verdaderas víctimas inocentes sus comentarios prefieren silenciar, y asi la vida poder preservar; pero con la esperanza de que se aplique la justicia divina, que inclusive a través de la naturaleza, el castigo correspondiente también puede aplicar, y hasta en otro nivel generacional.
Sí, y tal vez es cuando le suceden a las personas algunas cosas, de las que inocentemente se han de preguntar:”¿ Qué he hecho yo en esta vida, para que a mí, justamente, esto me tenga pasar?
Entonces la misma conciencia de manera songosoronga les responderá, como en otra canción que Richie & Bobby han cantado: ” Oye oye, mira.. acuérdate de aquella noche, haciendo cuentos de brujas, y párate que te quedas pegao, que como vas “colorín colorao”.
Por José R. Munera N.