“Feliz Navidad y Próspero año Año Nuevo”, es una tradicional expresión, que ya pareciera una frase de cajón que no produjera tanta emoción.
Por supuesto, eso lo podemos percibir los adultos mayores que, movidos por la esperanza, hemos viajado en el tren de la ilusión, cuyo destino pocos alcanzan; pero el corazón sí sabe cuando dicha frase es dirigida y recibida con amor.
Otro año más cargado con las deudas, frustraciones y dolores del pasado que ha quedado atrás.
Uno más que hay que encarar, con las caretas que nos ofrezca el próximo carnaval para las penas disipar.
Los pitos sonarán como alarmas de emergencia, anunciando que nuevas contingencias tendremos que enfrentar.
Algunos las sortearán volando a otros lugares, si es que la “ronda a la manzana con la maleta” logró funcionar.
Otros si las uvas maduras les pudieron alcanzar ; porque si al final estaban verdes, como la zorra podrían quedar.
Peor les irá a quienes reciban el año nuevo sin medias, y de la misma calidad el material de los cucos y calzoncillos, porque tal vez tendrán problemas en los bolsillos, por no tenerlos “amarillos”; aunque de ese color posiblemente podrían estar, si el exceso de ron y la mala comida, les llegara a indigestar.
Es que hoy en día, los deseos de algunos, tampoco son tan genuinos, porque reenvían los mismos mensajes que de otros, sin originalidad, por las redes han recibido.
Ya no se usan aquellas elegantes tarjetas de Navidad y Año nuevo, que firmadas con propia caligrafía, en nombre de la familia o particular, en sobres se hacían llegar; y que el arbolito de Navidad ayudaban a adornar.
Muchos como yo, cuadrábamos las navidades, cuando nos las encargaban en una tipografía imprimir, o manualmente con excelsa caligrafía elaborar.
Ya son pocos los matrimonios que en diciembre, como época ideal, con pomposas fiestas se podían celebrar, aprovechando que los invitados estuvieran “emprimados”, y poder un buen regalo aportar.
Eran regalos que la parejas valoraban hasta que la muerte los tuviera que separar.
Hoy en día como dice Lucho Torres, ” dura más una recarga de Tigo en el celular; es que ya se han separado, cuando los donantes, los plazos de la tarjeta de crédito, aún no han terminado de pagar.
Tampoco el arroz y la lenteja al aire se pueden lanzar, porque, es posible que falte para una buena cena completar.
Poco se ven los grados de bachillerato con bombos y platillos, que como antes se acostumbraban a celebrar, donde el graduando de vestido entero y lujoso anillo con escudo del colegio, se sentía como un verdadero profesional, y en su casa con los compañeros más pobres, una buena fiesta podían disfrutar.
De unos años para acá, parece que todo se hubiera estancado; solo se escucha la algarabía aparentando la alegría, que cubre la real monotonía, de cada quien por su lado.
Se observa una dinámica que mueve al mundo sin valores, destacando vanidades multicolores que más bien generan sinsabores.
Ahora se teme por un año nuevo incierto, por muchas desgracias y dolores; esperando que, con el cacareado cambio en pos de la equidad, la mala situación realmente se mejore.
Es que la situación está tan mala que, como la canta Ray Pérez, hasta ” las hayacas de diciembre cada día están más caras, y con eso de los impuestos la cosa se pondrá más rara”
Amanecerá y veremos tal vez le diría mi abuelo, entonces ciego, a su amigo el tuerto López, al tantear a su lado, algo que alguien le habría acomodado.
Y el tuerto le respondería: “Te han regalado una ancheta en forma de canasta; pero en realidad os digo que,… para lo bueno que en ella hay que ver, con un solo ojo basta”.
El 31 de diciembre faltarán 5 pa’ las 12, y el año terminará, pero esta vez, tampoco podré ir corriendo a casa para abrazar a mi mamá, porque en éste mundo inmundo ya tampoco estará. Seguro que disfrutará de eterna paz, en uno mejor, de ambiente celestial.
Entonces al parecer, el próximo año, “la misma vaina será”; y como Juan Luis Guerra con su grupo 4-40, muchos nuevamente cantarán: “Apaga y vámonos”
que es, ¡Lo mismo otra vez!
La misma promesa, el mismo Cassette
La misma mentira y el mismo café
El mismo discurso y el mismo cliché
La historia recicla, nos queda la fe.
Es que, al parecer, con fe, esperanza y caridad, las cosas debemos tratar de mejorar; para en un ” FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO ” poderlas alcanzar.