Cada vez que oigo hablar de Monómeros, no puedo evitar la nostalgia que me produce el recuerdo de cuarenta años dedicados, a una gran empresa que, en compensación por mi trabajo servido, hoy tengo lo que sin ella, tal vez no habría conseguido.
Me enorolé en ella en marzo del 72, recién del bachillerato hube egresado, y como en una verdadera universidad, me proporcionó los conocimientos para en ella misma haberme preparado, y en mi oficio modestamente destacado, aunque paralelamente en la Universidad del Atlántico también había estudiado.
De pronto se me ocurre comentar, sin inmiscuirme en conceptos sociopolíticos, cuyos complejos intringulis después de trece años de jubilado me cuesta trabajo interpretar; más bien una breve semblanza de lo grande que fue, deseando que siempre pueda prosperar, no obstante la serie de dificultades que en los últimos tiempos le ha tocado enfrentar.
Monómeros empezó operaciones con solo dos líneas de producción que, entonces eran la CAPROLACTAMA de donde toma su nombre, por ser ésta una molécula en su proceso químico, y los fertilizantes que limitadamente aún producen para satisfacer las necesidades del agro en nuestra nación.
De hecho ya no debería llamarse Monómeros, porque ese proceso de la Caprolactama, que como producto final era materia prima para la fabricación de Nylon y otras fibras sintéticas, fue eliminado, por volverse no competitivo en su atractivo mercado.
Es que, la materia prima para la fabricación de la Caprolactama, era la Ciclohexanona que también producía Monómeros, pero que su insumo principal era el Ciclohexano que le vendía Ecopetrol de manera limitada, lo cual no le permitía ampliar más su capacidad instalada.
Sus clientes entones eran Celanese, Enka, y Vanylón entre otras importantes empresas de la región.
Vanylón entró en quiebra financiera y Monómeros con actitud negociable, la tuvo que comprar, para algo recuperar de su deuda impagable.
La eliminación del tren de Caprolactama que implicaba una serie de plantas auxiliares exigió retirar a más de 300 empleados, y con ellos también se afectaron una serie de pequeños y medianos negocios, que crecieron a su lado.
En un momento de pujanza, Monómeros llegó a convertirse en una empresa productora de variados químicos industriales; es que contaba además con otras plantas adicionales; como Metil Etil Cetoxima, Sulfato de Sodio, Sulfato de Amonio, Nitrato de Potasio, Ácido Sulfúrico, Acido Nitrico, Ácidos Carboxílicos, Mezclas de fertilizantes, Fosfato Tricálcico y adecuación de sus muelles portuarios, además de oficinas en otras ciudades.
Monómeros adquirió a Ecofertil, posicionándose estrategicamente en Buenaventura con una planta mezcladora de fertilizantes además de la facilidad de operaciones de cargue por el Pacífico.
Hasta negociaba con algunos productos residuales.
Monómeros era generadora de su propia energía
con dos turbogeneradores con 4 caderas para producir el vapor necesario y mover sus turbinas con capacidad de 5.500 kwh cada una; y el resto para el intercambio de calor en los diferentes procesos; las que luego fueron cambiadas, por dos turbogases, que actualmente deben tener una importante capacidad de energía subutilizada.
Juiciosa en sus procesos de responsabilidad social e integral con la comunidad, a la que en el barrio Las Flores un colegio bien dotado, por medio de su fundación alcanzó a donar.
Líder en cuestiones de Seguridad Industrial, cumplidora de normas técnicas y estándares internacionales, que compartió con otras empresas en organizaciones de ayuda mutua y organismos para atención de emergencias a nivel, local y regional.
Es así, como colaboraba con sus equipos y brigada contraincendio dando soporte técnico al cuerpo bombero de Barranquilla en las diferentes emergencias complejas sucedidas entre los años 70, 80 y 90.
Actualmente cuenta con una moderna máquina bombero, versátil para la industria petroquimica, en la atención de emergencias tecnológicas, que tal vez ahora esté sobredimensionada, para el riesgo actual de la empresa.
Era una empresa próspera y pujante que ahora no es ni la mitad de lo que antes fuera.
Pienso que el riesgo al venderla, dependería del prestigio que tenga su potencial comprador, esperando que no vaya a caer en manos de alguna “lavadora”; por lo que además pareciera que, el precio mencionado de 300 millones de dolares por su venta, pudiera ser superior al que tuviera otrora.
También pareciera que en estos momentos, aunque no está en pérdida, tampoco genera la rentabilidad ideal que a un buen inversionista pudiera interesar, pero podria depender del valor presente que el flujo de fondos a futuro pudiera generar. De hecho mencionar más de 550 trabajadores fijos y 1200 indirectos, para lo que produce, incidiría en un alto costo operacional, que invitaría a un ajuste adicional de personal.
Monómeros era una empresa de reconocida estabilidad laboral, que internamente valoraba a sus trabajadores como el activo más precioso por cuidar. Formaba sus perfiles a través de una gerencia de desarrollo de personal, que le permitía sus cuadros potenciales para ascensos y reemplazos previamente armar.
Evaluaba a su organización clave de administración según su desempeño en las metas y objetivos con la alta gerencia comprometidos.
Paradojicamente entre los años 2010 y 2011, con la administración venezolana, se percibía como si el lenguaje de la ingeniería no fuera bien interpretado, por lo que tal vez importantes proyectos fueron frenados.
Entonces el clima armonioso organizacional de la empresa se vio afectado, por una serie de cambios sin concensuar y que a manera dictatorial desde la gerencia general, en las diferentes jefaturas internas, eran ordenados; lo que motivó la fuga de algunos profesionales muy experinentados, hacia otras empresas importantes del país, que inmediatamente los engancharon.,Esto debido a la incertidumbre de progreso y estabilidad, que entonces en Monómeros se veían amenazados.
Afortunadamente una nueva generación de inteligentes profesionales, que de los viejos algo pudieron heredar, hoy meten pecho haciendo lo que saben y pueden, para que el futuro de la empresa no se vaya a embolatar; aunque la decisión y determinación sea harina de otro costal.
A esta empresa se debe proteger, y como tal hay que cuidarla y repotenciarla para evitar que pueda desaparecer.
Es que el impacto que generaría, por el desempleo y la cantidad de pequeñas y medianas empresas que desaparecerían; y que existen para suministrar y satisfacer sus necesidades, sería un golpe contundente para nuestra región, en su ya afectada economía.
En ese sentido, si Monómeros fuera vendida, ojalá que en buenas manos pudiera continuar; porque, para los planes de desarrollo del campo en Colombia es necesaria; y más bien, su capacidad instalada se debiera ampliar.
Generalmente cuando se refieren a Monómeros, muestran su antiguo paisaje interno del complejo industrial, sería bueno mostrarlo como es ahora, para físicamente poderlo comparar.
Éste es mi comentario respetuoso y muy personal, sobre esa empresa querida, que jamás habré de olvidar.
Por José R. Múnera N.