Con la llegada de las festividades decembrinas, las celebraciones, encuentros familiares y eventos sociales se multiplican en todos los rincones del país. En medio de esta alegría y ambiente festivo, se asoma una amenaza silenciosa, letal y tristemente común: la mezcla de gasolina con alcohol. Esta combinación, que se traduce en conducir vehículos bajo los efectos del licor, continúa siendo una de las principales causas de accidentes de tránsito, pérdidas humanas y tragedias que arruinan lo que debería ser una época de paz y felicidad.
Una mezcla de alto riesgo: El alcohol disminuye notablemente la capacidad de reacción, altera la percepción, nubla el juicio y afecta el equilibrio. Cuando una persona bajo estos efectos decide encender un motor y tomar el volante, se convierte en un riesgo no solo para sí misma, sino para todos los demás. Las calles y carreteras se transforman en escenarios potenciales de tragedia.
Cada diciembre, los informes de accidentes de tránsito relacionados con el consumo de alcohol se disparan. Y lo más lamentable: muchas de esas víctimas no han bebido, no han conducido, ni siquiera han salido de fiesta. Son terceros, inocentes, familias enteras que sufren las consecuencias de una decisión irresponsable.
¿Quiénes resultan perjudicados?. La lista es extensa. Comienza por la propia persona que conduce, quien puede sufrir lesiones permanentes o perder la vida. Continúa con los acompañantes, peatones, ciclistas, otros conductores y termina en los familiares de todos los anteriores. El dolor no distingue edades ni condiciones. Además del impacto humano, están las consecuencias legales, económicas y sociales: sanciones, pérdida de libertad, endeudamientos, y en muchos casos, una conciencia que cargará para siempre el peso de una vida ajena.
Un llamado especial a las copropiedades En el entorno de la propiedad horizontal, el riesgo se amplifica durante esta temporada. Las celebraciones en salones sociales, reuniones informales en zonas comunes y el aumento del flujo vehicular hacen que las administraciones deban asumir un papel preventivo fundamental. No se trata de coartar la libertad, sino de propiciar un ambiente seguro para todos.
Por eso, se hace un llamado a los administradores y consejos de administración para que:
– Regulen mediante comunicados el consumo de licor en las áreas comunes.
– Exijan cumplimiento de los reglamentos de convivencia.
– Promuevan campañas de sensibilización sobre los riesgos de conducir en estado de embriaguez.
– Soliciten apoyo institucional a las autoridades locales si se anticipa una celebración masiva.
– Habiliten canales de comunicación para reportar comportamientos peligrosos durante estas fechas.
Un compromiso con la vida: En estas fiestas, la invitación es clara y contundente: si toma, no conduzca. Si conduce, no tome. El consumo de alcohol y la conducción son incompatibles. Ninguna celebración vale una vida, ningún brindis justifica una tragedia.
Como comunidad, como vecinos, como administraciones, debemos asumir una actitud firme y responsable. Cada decisión consciente que tomemos puede evitar un accidente. Cada límite que se respete es una garantía de seguridad. La prevención no es una carga, es un acto de amor.
Que este diciembre sea una verdadera celebración de la vida. ¡Evitemos mezclar gasolina con alcohol y cuidémonos entre todos!
Escrito por:
Jorge Enrique Hernández Alonso


