Los últimos días Hollywood se convulsionó tras la aparición pública de Tilly Norwood, una intérprete completamente generada por inteligencia artificial promovida por la productora Particle6 y su división tecnológica Xicoia. La creadora detrás del proyecto, la actriz y productora neerlandesa Eline Van der Velden, presentó a Norwood como un “talento sintético” con perfiles en redes sociales y pruebas de cámara, y aseguró que la intención es desarrollar una nueva línea de figuras digitales con potencial comercial.
La reacción de la industria no se hizo esperar: SAG-AFTRA, el sindicato que agrupa a actores de cine y televisión en Estados Unidos, publicó un comunicado rechazando la idea de representar o contratar a un “actor” sintético y advirtiendo que modelos como Tilly suponen un riesgo para la creatividad y el empleo de intérpretes reales. La central sindical argumenta que los sistemas que crean estas figuras se entrenan con actuaciones humanas sin permiso ni compensación, y que una “actriz” sin experiencia vital ni emociones no puede sustituir el trabajo humano.
La condena vino además de voces conocidas: actrices y actores de primer nivel expresaron su rechazo en redes y en entrevistas. Algunas figuras pidieron a las agencias de talento que no firmen representación para personajes digitales; otras alertaron sobre la ventaja competitiva que tendría una IA entrenada con miles de performances humanas. Al mismo tiempo, Van der Velden y sus colaboradores defienden el proyecto como una forma de arte digital y sostienen que Tilly no busca “remplazar” a nadie, sino abrir un nuevo formato creativo.
¿Qué implicaciones prácticas trae este debate? Los analistas y abogados del entretenimiento señalan varios puntos clave: riesgos laborales (posible sustitución de ciertos trabajos de actuación o aparición en campañas), problemas de derechos de imagen y consentimiento (si los modelos se entrenaron con material de actores sin permiso), y vacíos legales respecto a quién posee los derechos de una interpretación generada por IA. Además, los acuerdos laborales negociados tras las huelgas de guionistas y actores en 2023 incluían protecciones frente al uso indiscriminado de IA; la llegada de figuras como Norwood pondrá a prueba esos acuerdos y la voluntad de los estudios y agencias.
También hay un debate sobre la recepción del público y la eficacia artística: varios expertos advierten que, aunque la tecnología puede recrear gestos y entonaciones, la capacidad de conmover del público suele depender de la vivencia y la presencia humana, algo que las máquinas no tienen. No obstante, la industria del entretenimiento ya experimenta con actores virtuales en otros mercados, como los ídolos digitales en Corea, y algunos ejecutivos ven en los “talentos sintéticos” una nueva fuente de propiedad intelectual y modelos de negocio.