La madrugada del viernes 22 de agosto, Florencia, capital del departamento del Caquetá, fue escenario de un nuevo hecho de violencia que aumenta la tensión que atraviesa el país. Un artefacto explosivo de bajo poder fue detonado en pleno centro de la ciudad, muy cerca de las sedes de la Alcaldía y la Gobernación, lo que generó alarma entre los habitantes de la zona.
El ataque se suma a los graves hechos ocurridos un día antes, cuando en Amalfi un helicóptero de la Policía fue atacado y en Cali se presentó una explosión en la escuela militar de aviación Marco Fidel Suárez. Sin embargo, a diferencia de esos episodios, la acción en Florencia no dejó víctimas mortales ni heridos, aunque sí ocasionó afectaciones materiales en algunos establecimientos comerciales.
De acuerdo con las denuncias, las disidencias estarían presionando a los comerciantes de la región mediante amenazas y exigencias de dinero que llegarían hasta los 60 millones de pesos. Según panfletos distribuidos en el área, estos grupos citan a los dueños de negocios a zonas rurales para concretar las extorsiones.
El atentado ocurrió apenas horas después de que circularan en redes sociales audios que advertían a la población evitar transitar por el centro de Florencia. La coincidencia de estos mensajes con el hecho violento ha generado aún más temor entre residentes y comerciantes, que ven en riesgo la seguridad y la estabilidad económica de la ciudad.